miércoles, 11 de marzo de 2009

YA VEREMOS MAS TARDE...


La mayoría de las organizaciones religiosas no le confieren a los músicos y cantantes una función ministerial, sino solamente de acompañamiento. Y es que hablar de ministerio de alabanza conlleva las mismas obligaciones y requisitos de cualquier ministerio que las Escrituras nos hablen, por ejemplo como el de pastores o evangelistas. Entonces, a la luz de los acontecimientos reales y cotidianos, nos damos cuenta que no es fácil que hayan verdaderos ministerios en esa área; muy por el contrario, más bien la tendencia de gente con esos talentos es, salvo las honrosas excepciones, de buscar renombre y éxito, llegando a amar más el tocar o cantar que al Señor. Uno lo ha visto por muchos años y, empeñado en que funcione de verdad, soslaya esas características y vuelve a apoyar, dar cobertura, abrir espacios, promover gente o grupos, etc. Y, lastimosamente, el resultado es siempre el mismo: mucho afán por lucir y poco compromiso con la iglesia. Y, como de hacer funcionar a las personas se trata, a veces hay que jalar algunas cuerditas por aquí y por allá y esperar mejores resultados. En nuestro ministerio siempre hubo mucha libertad y apoyo a la expresión artística y musical, expresada especialmente en bandas y cantantes, con la idea de ver surgir ministerios evangelísticos y hacer un camino de madurez en esa área tan peligrosa. Pero, transcurridos algunos años, la inmadurez ha dejado sus estragos en las bandas especialmente, con amistades dañadas, situaciones no sanadas y más de algún damnificado emocionalmente. Por el momento la solución es fácil: quitar cobertura ministerial a todo proyecto que no involucre directamente a la congregación, no facilitar ningún instrumento para esos fines ni apoyar suspendiendo tal o cual reunión en pro de alguna tocata o evento. Por el momento esas son las reglas del juego, ya veremos más tarde...