jueves, 27 de abril de 2017

HAY QUE DESARMAR LO ARMADO...



Después de dar tantas vueltas y caminar durante años en el desierto, al final el pueblo de Israel tiene una especie de rendición y decide entrar a la tierra prometida confiando ciegamente en que la mano del Señor es todo lo que necesitan para habitar una tierra en plenitud.  Al parecer muchos en el Nuevo pacto tenemos que hacer el mismo recorrido para aprender las mismas cosas- ¡qué complicados somos los seres humanos!- y llegar a la misma conclusión: que no podemos prescindir de la presencia de nuestro Señor para lograr la tan anhelada plenitud.  Claro que para entender esto el pueblo de Israel también necesitó comprender que el campamento debería ser levantado, "desarmado", cuántas veces fuera necesario porque la meta era no quedarse en un bonito lugar del camino ni echar raíces en algún paraje hermoso para vivir, sino llegar a la tierra prometida.  A la luz de esto hasta suena un poco ridículo el recordar nuestras "estrategias evangelísticas" y nuestra constante lucha contra el tedioso formato evangélico.  En nuestra congregación usamos las artes, la música y el teatro para "reforzar" la enseñanza y la formación de discípulos, llegando a la penosa conclusión que todas esas vueltas por el desierto fueron simplemente vueltas por el desierto.  Las bandas rockeras para ganar ese segmento de la población y sus famosas "tokatas", las vestimentas y el adorno acorde a la misión, al final no significaron gran cosa.  El despliegue escénico en cada obra de teatro al parecer no dio mucho fruto ni en la madurez de los participantes ni en ganar más adeptos para Cristo. No voy a negar que todas esas añadiduras sirvieron para hacernos una bonita congregación, más de vanguardia, pero de poco peso a la hora de los balances.  Y aquí estamos parados, frente a la tierra prometida, igual que Josué, escuchando la invitación del Señor a tomar la plenitud que nos pertenece,
condicionados a que no prescindamos de su servicio ni miremos a ningún otro lado (pensando quizás en echar mano a los tan ofrecidos recursos para esto y lo otro) que no sea su maravillosa sencillez.
Les abraza el pastor Rubén Rodríguez desde Chile.

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